viernes, 22 de marzo de 2013

Amores al viento



Paseando por un templo en Tailandia encontré este árbol cargado de campanas.




La campana tibetana es un instrumento ritual que simboliza el saber, la compasión y la sabiduría que conducen al estado de Buda y a la iluminación.  También representa un cáliz invertido: símbolo de lo femenino, creador de vida.

A mí estas campanas con sus corazones colgantes sobrescritos, en los que no entiendo lo que pone,  me recuerdan la moda de las parejas de novios de enganchar un candado con sus iniciales en los puentes. Costumbre que no acierto a comprender: ¿Es amor un amor encadenado?.


                                           Foto blog: Ni me va ni me viene


Me gusta imaginar que las inscripciones son los nombres de los enamorados que han puesto las campanas para que el viento al mecerlas esparza su amor con su sonido. Volamos juntos porque queremos, no porque nada nos ate ni nos obligue.




Claro que a veces el amor, como el viento, viene y va. Esto me recuerda el poema de Agustín García Calvo cantado por Amancio Prada Libre te quiero

Libre te quiero
como arroyo que brinca
de peña en peña,
pero no mía.

Grande te quiero
como monte preñado
de primavera,
pero no mía.

Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.

Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza,
se despereza,
pero no mía.

Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.

Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

4 comentarios:

  1. Me alegra de que te guste,
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. ¡ PERO QUÉ TE ESTÁN HACIENDO EN VIETNAM, NACHO ! ¡ OH DIOS MÍO !
    En serio, una buena reflexión. Saludos.

    Carlos.

    ResponderEliminar
  3. Ja, ja, ja, nada esto es pura teoría ;)

    Un abrazo

    ResponderEliminar